Ferrer i Guàrdia me parece una persona de la que, en el campo de la pedagogía, tenemos mucho que aprender. Sin embargo, considero que es igual de importante desempeñar una pedagogía emancipadora para los niños como darles el amor y cariño natural proveniente de una fuente paterna, materna o docente. En este sentido, no comparto reivindicar la autonomía de un ser humano mediante la despreocupación de los cuidados emocionales o la falta de afecto. Ferrer i Guàrdia recibe críticas y acusaciones de haberse despreocupado de los cuidados de sus hijos, como podemos observar en la siguiente cita:
Parece privar de ella [la Escuela Moderna] un intelectualismo excesivo: no se percibe en ninguna parte el propósito de fortalecer la voluntad. Y sin duda tiene razón Domanget, cuando dice que en ella no se concedió bastante atención al campo de la afectividad.
Pasemos a citar partes relevantes del libro:
Pequeñas pinceladas sobre las bases de la Escuela Moderna
«La misión de la Escuela Moderna consiste en hacer que los niños y niñas que se le confíen lleguen a ser personas instruidas, verídicas, justas y libres de todo perjuicio. Para ello, sustituirá el estudio dogmático por el razonado de las ciencias naturales. Excitará, desarrollará y dirigirá las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la totalidad del propio valer individual no sólo sea un miembro útil a la sociedad, sino que como consecuencia, eleve proporcionalmente el valor de la colectividad. Enseñará los verdaderos deberes sociales, de conformidad con la justa máxima: ‘No hay deberes sin derechos; no hay derechos sin deberes’. En vista del buen éxito que la enseñanza mixta obtiene en el extranjero y, principalmente para realizar el propósito de la Escuela Moderna, encaminado a preparar una humanidad verdaderamente fraternal sin categoría de sexos ni clases, se aceptarán niños de ambos sexos desde la edad de cinco años. Para completar su obra, la Escuela Moderna se abrirá las mañanas de los domingos, consagrando la clase al estudio de los sufrimientos humanos durante el curso general de la historia y al recuerdo de los hombres eminentes en las ciencias, en las artes o en las luchas por el progreso. A estas clases podrán concurrir las familias de los alumnos. Deseando que la labor intelectual de la Escuela Moderna sea fructífera en lo porvenir, además de las condiciones higiénicas que hemos procurado dar al local y sus dependencias, se establece una inspección médica a la entrada del alumno, de cuyas observaciones, si se cree necesario, se dará conocimiento a la familia para los efectos oportunos, y luego otra periódica, al objeto de cortar la propagación de enfermedades contagiosas durante las horas de vida escolar» (La Escuela Moderna, págs. 37-38).
La práctica, elemento fundamental del aprendizaje
Reclus:
Ferrer:
El juego, elemento fundamental en el aprendizaje en niños
La coeducación:
El carácter libre de la Pedagogía en la Escuela Moderna: